lunes

27/02/2015 Creando espacios

Seguimos con la misma temática que la clase anterior, creando espacios a partir de los collages con distintas técnicas y formas.

   A base de crear estos lugares, profundizamos en el tema de crear arquitectura, por lo que después podemos llevarlo a la práctica a la hora de proyectar nuestros propios edificios.


26/02/2015 Poniendo en práctica lo aprendido

   La tarea de hoy era crear un espacio verosímil a partir de uno de nuestro collages. Podíamos utilizar tanto la técnica seca como la técnica húmeda. 



















22/02/2015 reforzando lo aprendido

   El trabajo de este fin de semana consistía en elaborar dos collages horizontales, pero en esta ocasión utilizando el Photoshop, y en arreglar y terminar uno de los relatos.


   Mis trabajos empezaron en un jardín de Tebas, donde una noche, a causa de algo que
estaba combatiendo en mi corazón, no pude dormir. Me levanté un poco antes del alba
cuando vi aparecer por el oriente a un jinete ensangrentado. Cayó del caballo y con una
tenue voz me preguntó el nombre del río que bañaba los muros de la ciudad. Le respondí
que era el Egipto, mas me contestó que era otro el río por el cuál preguntaba, un río secreto
que purifica de la muerte a los hombres. Me contó que su patria era una montaña al otro
lado del Ganges, y era fama que si alguien caminara hasta el occidente, donde se acaba el
mundo, llegaría al río cuyas aguas dan inmortalidad, y en la parte ulterior a éste se
encontraba la Ciudad de los Inmortales.

   Antes de la aurora murió, pero yo determiné encontrar dicha ciudad. Para ello pregunté
acerca de la ciudad a algunos prisioneros mauritanos, quienes confirmaron la historia del
viajero; y a filósofos romanos, quienes afirmaron que alargar la vida era alargar la agonía
del hombre. Pero yo me encontraba dispuesto a encontrarla, por lo que junto a doscientos
soldados comencé el camino.

   Fue un camino largo y tedioso. Algunos hombres desertaron, otros quisieron volverse
contra mí, mas escapé junto a los pocos soldados que me eran fieles, pero en el desierto
los perdí.

Yo continué el viaje, dejando el camino al arbitrio de mi caballo. Caí en un sueño, que se
convirtió en una pesadilla, y al desenredarme por fin me vi tirado y maniatado. Sentí en
el pecho un doloroso latido y me abrasaba la sed, pero pude observar que al pie de la
montaña, en la opuesta margen resplandecía la evidente Ciudad de los Inmortales.

   No sé cuántos días y noches rodaron sobre mí, pero finalmente un día, con el filo de un
pedernal rompí mis ligaduras y me dirigí a la Ciudad, que estaba fundada sobre una
meseta de piedra.

   La fuerza del día hizo que me refugiara en una caverna, y una vez dentro descubrí que el
recorrido descendía por una pequeña grieta.
Sin pensármelo mucho, bajé por ese sinuoso camino. Cada vez estaba más oscuro, parecía
que no tenía salida. Por un momento pensé que jamás saldría de allí. Pudieron pasar horas,
minutos, días… hasta que pude vislumbrar una luz. Corrí hacía ella, sin saber que podría
encontrarme.

   Me dolían los ojos, puesto que había pasado mucho tiempo en la oscuridad más profunda,
guiándome solo con el tacto de mis manos en la piedra. Cuando finalmente mi vista se
adaptó a la luz, no pude creer lo que veía.

   Aquella pequeña grieta me había llevado a una ciudad subterránea que parecía no tener
fin y que estaba iluminada por una luz tenue y cálida. El paisaje se encontraba enmarcado
por una escalinata, encima de la cual se encontraba una especie de puente. Sobre las
escaleras había una lápida de mármol con unas inscripciones, aunque no pude entenderlas
puesto que estaban escritas en una lengua desconocida para mí.

   No era consciente de cuanto había descendido, hasta que una vez que pase esa especie de
entrada pude ver que infinitas arquerías se elevaban hacía un techo que parecía
inexistente, pues era incapaz de verlo. Estas galerías iban en todas las direcciones, y cada
una de ellas parecía no tener fin.
Algunas estaban reforzadas por columnas, que en muchas ocasiones estaban decoradas,
y otras me recordaban a aquellos templos de mi querida Roma. Había también puentes
que unían distintas arcadas, y en algunas ocasiones esas uniones parecían imposibles ante
mis ojos.

   Miré un momento hacía atrás y me di cuenta que la entrada no estaba. Ya no podía volver
por el mismo lugar, pues no recordaba los pasillos que había recorrido, y por la dimensión
de ese espacio resultaba imposible intentar volver pasos atrás sin perderme. Por tanto
decidí seguir caminando, quedando maravillado ante aquel lugar.
Todos los pilares parecían iguales, pero mirando con detenimiento se podían observar las
impresionantes decoraciones pulidas en las bases.

   Quedé especialmente admirado ante la escultura de unos leones que sobresalían de la
piedra y que parecían estar sin terminar. Elevando la mirada me di cuenta que sobre mí
se hallaban una especie de andamios de madera. Me sorprendió encontrar la madera en
buen estado, pues pensaba que esta ciudad había sido construida miles de años atrás y
había quedado sepultada bajo la tierra, quizás por un castigo divino. Ante esto comencé
a pensar que aquel lugar debía estar poblado, y esa civilización había decidido construir
su hogar dentro de la montaña. Pensar que no me hallaba solo me hizo recobrar la
esperanza en poder encontrar la salida.

   Entre los arcos percibí una ladera por la que ascendían unas escaleras serpenteantes y
entre los recodos se encontraban las casas.
Me dirigí hacia allí y comencé a subir escalones. Aquellas casas parecían deshabitadas,
pero las fachadas revelaban que habían sido muy trabajadas, pues al pasar la mano sobre
la piedra, ésta se notaba pulida y decorada con unos detalles y figuras muy elaborados.
Pensé que nunca lograría llegar al final y cuando me encontraba cerca de desertar, logré
alcanzarlo, mas mi sorpresa fue encontrarme en una especie de plaza, sobre la que se
volvían a elevar grandes hileras de arcos, pero esta vez estaban enmarcados con cúpulas
pintadas como verdaderas obras de arte.

   Continué caminando hasta que vi que encima de uno de los arcos había una humareda
que parecía provenir de un fuego, rápidamente corrí hacía allí esperando encontrar gente.
Subí escaleras que parecían llevar a aquel lugar, pero siempre acababan haciendo algún
giro que no había percibido y que me llevaban a otro lugar. Crucé numerosos puentes,
algunos parecían desembocar en una de las columnas que sostenían las cúpulas, pero de
repente descendían mediante una escalera que te llevaba a otra zona que creía imposible
de alcanzar. Los caminos parecían inverosímiles; había ventanas encajadas en muros y
columnas, y al mirar a través de ellas se percibía una luz, mas no fui capaz de descifrar
su procedencia.

   Cuando me creí cerca del lugar donde se encontraba el fuego, volví a encontrarme con
una sorpresa en el camino, volviendo a bajar hasta una plaza que se abría en abanico a
numerosos pasillos.
Me asomé por los distintos pasillos, esperanzado por encontrar algo que me indicara cuál
de ellos me llevaría a la salida. Algunos de ellos desprendían olores horribles; otros
estaban en la oscuridad más absoluta, produciéndome escalofríos; algún otro parecía que
los muros que lo delimitaban se habían derrumbado, lo que me provocó cierta inseguridad
y miedo por si todo aquello se pudiera desplomar sobre mi cabeza. Finalmente me decidí
a seguir el camino del centro, pues era el que parecía más iluminado y eso me provocaba
cierta tranquilidad.

   Vague por interminables pasadizos y galerías, atravesé portones y plataformas, subí y
bajé innumerables escalinatas. Todo ello sin encontrar salida.
Había perdido la noción del tiempo y la esperanza. Aquel lugar era imposible de
abandonar, y a pesar de que no había nadie que pudiera mantener en perfecto estado aquel
enorme lugar, parecía que los materiales no se estropeaban, la madera no envejecía, ni
siquiera había telarañas o murciélagos, que normalmente utilizan las cuevas como
refugio.

   De repente un fuerte viento se levantó, envolviéndome por completo. Estaba asustado,
pero a la vez me sentía de alguna manera aliviado. Ese viento tenía que provenir del
exterior, puesto que en un lugar tan cerrado y sumergido en la tierra era impensable que
se pudiera crear tal ventolera.

   Poco a poco la fuerza del vendaval fue aumentando, hasta tal punto que comenzó a
moverme. Intente desesperadamente agarrarme a algo, mas cuál fue mi sorpresa al
descubrir que el mundo que me rodeaba comenzaba a desaparecer. Pensé que quizás se
me había metido algo de polvo en los ojos, lo que me impedía ver con claridad, pero al
intentar tocar el muro que se encontraba a mi derecha, mi mano lo atravesó, como si tan
solo fueran pequeñas partículas que se disolvían en el aire.

   El aire me elevó finalmente del suelo, y era tal su energía que me resultaba imposible
respirar. Intenté luchar contra ello, aunque fue en vano. Creí entonces que ese era mi final,
así que cerré los ojos y me dejé llevar.
Me sentía tranquilo y relajado, supuse que ya todo se había acabado, cuando
inesperadamente noté que algo me tocaba el brazo. Comencé a oír unas voces que
parecían provenir de muy lejos pero que se iban acercando.
Empecé a distinguir que esas voces susurraban mi nombre, y la presión en mi brazo era
cada vez mayor. Estaba cada vez más extrañado y sorprendido, cuando súbitamente algo
húmedo me caló hasta los huesos.

   Abrí rápidamente los ojos, y por algunos instantes estuve ciego, pero poco a poco pude
distinguir lo que me rodeaba.
Lo primero que vi fue el rostro de uno de los hombres que me habían acompañado durante
la travesía. Supuse entonces que me encontraba en una especie de limbo, al que van las
personas una vez muertas.

   Intenté articular palabras, quería preguntarle dónde nos hallábamos, pero mi garganta se
sentía seca y fui incapaz.
Tenía mucho calor, era como si me abrasara el cuerpo. Era horrible, e intenté
desprenderme de aquella sensación, pero tampoco fui capaz de moverme. Mis hombres
al verme así me colocaron unos paños mojados por todo el cuerpo que aliviaron lo que
parecía una batalla en mi interior.

   Me encontraba agotado, así que volví a cerrar los ojos. Recordaba escenas de la Ciudad
de los Inmortales pero eran mucho más difusas, ya no era capaz de distinguir los adornos
y decoraciones, lo que me apenó bastante. No sé cuánto tiempo pasó, pero cuando volví
a abrir los ojos me hallaba en una habitación.

   Me sentía mucho mejor, y supuse que sería porque ya me había acostumbrado a estar
muerto, pero se me acercó a mi lecho un hombre anciano. Me hizo seguir con los ojos su
dedo, y me colocó una mano en la frente.
Y después con una voz suave me explicó que se llamaba Marcus que era un curandero.
Me habían llevado hasta él porque había caído bajo una enfermedad debido al sol y las
altas temperaturas que me habían provocado que cayera inconsciente.

   Como si algo me atravesara, comprendí al instante que aquella misteriosa ciudad no había
sido más que fruto de los delirios que habían creado la fiebre. La decepción se apoderó
de mí. A pesar de haber pasado malos ratos en aquel lugar, no era capaz de entender como
aquel grandioso mundo no era más que vanos recuerdos.

   Fui mejorando con los días, intentando recordar a cada minuto más detalles acerca de
todo lo que había vivido, pero éstos parecían disolverse.
Consideré necesario que todo el mundo necesitaba experimentar algo como lo que yo
había vivido, que necesitaba entrar en un sitio como aquel, por lo que me hice con un
pergamino y con los escasos recuerdos que todavía mantenía frescos en mi memoria,
comencé a dibujar.


19/02/2015 El collage a partir de distintas técnicas

   El collage no se limita a recortar distintas imágenes y unirlas de manera que encajen, sino que también se puede aplicar al uso de distintas técnicas.

   En esta ocasión elaboramos el dibujo a partir de uno de nuestros collages. Primero utilizando la barra chunky para distinguir las zonas de luz y sombra. Después aplicamos los pasteles de colores para distinguir las trazas a partir de las cuales se elabora el espacio.

   Por último utilizamos la técnica húmeda, pero nos explicaron que podíamos utilizar simplemente agua en algunas zonas para difuminar distintas partes.


14/02/2015 El collage

   Otra técnica para entrar en el mundo de Piranesi es el collage, es decir, elaborar nuestras propias imágenes y lugares a partir de sus obras.

   Al principio pensaba que sería muy complicado encontrar partes de distintas imágenes que se pudieran juntar creando un espacio verosímil, pero después me resultó más sencillo.



13/02/2015 Pintando con rodillo

   Hoy trabajamos con acrílico, pero en vez de pintar con las brochas como la última vez, utilizamos el rodillo.

   Pintar con rodillo me resultó mucho más complicado que las brochas, porque primero hay que delimitar con trozos de cinta las zonas, y luego ya utilizar el rodillo.


12/02/2015 Procesos distintos

   Durante el día de hoy trabajamos con técnica seca, pero con diferentes formas de dibujar, a partir de los dibujos de Piranesi.

   El primer paso consistía en diferenciar las zonas de luz de las zonas oscuras, mediante un acercamiento más sensible, sin geometrizar las formas.

   Después, introduciendo el color, realizar las trazas sobre las que se elabora el dibujo, pues Piranesi dibuja a partir de planos que se unen.

   Por último, realzar las zonas más importantes, mediante el rayado y con pasteles. Este paso fue el que menos me gustó, pues no me sentía cómoda pintando con el rayado.